Las cosas se cuentan solas

Por Prensa Peruana


Por Mary Domínguez

Dice Piero –en una de sus canciones- que las cosas se cuentan solas. La historia ha demostrado que es cierto. Con el pasar del tiempo cada hecho nos ha ido contando, a pasos lentos pero seguros, qué y cómo ocurrió. Durante los años de terror, la población fue gradualmente insensibilizada de manera inconciente, sin darse cuenta. Justos pagaron por pecadores. La Cantuta fue uno de ellos, la desaparición y posterior muerte de nueve estudiantes y un profesor fue real. Retrocedamos en el tiempo, cuando los asesinatos del caso Cantuta estaban en plena luz pública, el general Nicolás De Bari Hermoza hizo oídos sordos. No escuchaba, no veía no hablaba. Pero el presidente del Comando Conjunto ya había reconocido el hecho, en los primeros días de abril de 1993, tal como lo señalan versiones periodísticas de la época: “que en la fecha y hora (01:30 hrs) hubo un operativo en La Cantuta a cargo de la II Región Militar”. Por su lado, el entonces segundo jefe de la II Región Militar lo desmintió asegurando que “el personal a sus órdenes no participó en operativo alguno”. Pero ésta contradicción según –precisan la prensa y los congresistas de entonces- confirmaría (a su parecer) que el secuestro y asesinato de las diez personas fue hecho por un grupo de integrantes del ejército al mando de un general”.

La Comisión de Derechos Humanos del Congreso Constituyente decidió investigar. Se citó a los entonces ministro de Defensa, general Víctor Malca; al presidente del Comando Conjunto de las FFAA, general Nicolás De Bari y al ex comandante general de la II Región Militar, general Luis Salazar Monroe. Paralelamente el Poder Judicial, por medio del XI Juzgado desestimó el recurso de Habeas Corpus interpuesto por los familiares de los desaparecidos con el argumento “no se verificó la preexistencia del grupo, supuestamente secuestrado y por lo tanto, los hechos materia de investigación son improbables”. ¡Increíble¡

La madre de uno de los estudiantes interpuso una segunda acción de habeas corpus ante el XIV juzgado por esa razón fue citado el general Nicolás De Bari quien negó la realización del operativo y la detención de los estudiantes y del profesor. Pasaron los meses y el mismo general fue citado en octubre –por segunda vez- para ampliación del atestado. En esa ocasión, reveló –pese a su negación anterior- que “sí tiene conocimiento que el día 18 de julio (…) miembros de las Fuerzas Armadas incursionaron en la residencia estudiantil de la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle, que fue ordenado por el Comando Conjunto y derivado a las regiones para que se cumpla”.

El diario La República, el 17 de abril de 1993 tituló sobre el enjuiciamiento a militares autores de la matanza de La Cantuta y también el hecho que la Comandancia General del Ejército identificó a los culpables. Todo ello, según la versión que obra en la Comisión de Constitución del CCD, sería un comando operativo del Servicio de Inteligencia del Ejército integrado por diecisiete oficiales, los que incursionaron en la residencia estudiantil.

Sin embargo, el martes 20 de abril el general Hermoza se negó a responder preguntas concretas. A su salida del Congreso, leyó ante la prensa una declaración escrita denunciando la existencia de una campaña de desprestigio contra las fuerzas del orden y advirtiendo que “no lo va a tolerar”. Hermoza se había negado a responder, sobre todo las preguntas hechas por Fernando Olivera, para que diera a conocer la identidad de los autores del secuestro y asesinato de los estudiantes y un profesor de La Cantuta.

Según el mismo diario “Hermoza se comunicó con el Ministro de Defensa Víctor Malca y con Palacio de Gobierno pidiendo satisfacciones por lo que denominó ‘el maltrato’ recibido por parte de Olivera”. Este –como se recordará- fue suspendido por 60 días aunque para la opinión pública la severa sanción de dos meses estaba originada por la referencia que hizo el entonces parlamentario a la regla menstrual y al carácter de la representante Martha Chávez.

La oposición le reclamó al general por sus graves acusaciones y opiniones que violaron el mandato constitucional que les prohíbe a los militares ser deliberantes, entre otras cosas.

El reclamo contra Hermoza y el pedido de su destitución, se hizo general. Sin embargo, la respuesta de Hermoza no se hizo esperar sacó los tanques a las calles. Un documento que coincidía con el leído por éste fue firmado por trece camaradas de armas de la más alta graduación. El paseo de tanques se repitió como una respuesta a la pregunta que se negaba el general a precisar quiénes secuestraron y asesinaron a los nueve estudiantes y un profesor de La Cantuta. .

Los dimes que sí y dimes que no, continuaron. Humillaron al país, a las madres de los estudiantes asesinados, a la familia de un maestro universitario. Humillaron la memoria de nueve peruanos. Nueve recuerdos que no deben olvidarse. Nueve peruanos que aún claman justicia. Nueve seres humanos que enterraron, después de asesinarlos cruelmente, sin nombre. Son rostros que no debemos olvidar. Sarcásticamente -para sellar el apoyo a Hermoza- el hoy acusado Fujimori lo “exculpó” en el caso de La Cantuta y agregó “ni el CCD puede pedir su cambio”.

El caso siguió igual y el generalísimo tan fuerte como el 5 de abril. Pero, como las cosas se cuentan solas el país se cansó. Jóvenes, niños, mujeres, y jubilados dijeron: ¡basta ya! La dictadura de Fujimori y Montesinos terminó tras las rejas. Ahora esperan –contra viento y marea- ser exculpados, proclamando inocencia. Pero la justicia llega, así dicen, y creo, creemos. Creen los familiares y cree el Perú, porque aunque camine a paso lento debe existir. Allí debe estar. Porque la muerte de éstos peruanos no debe ser en vano. Porque las lágrimas de una madre no deben olvidarse. Porque el dolor no cesa, porque aún esperan, porque es una necesidad urgente. Porque esa luz de esperanza, aunque no calma la rabia y el dolor contenido, nos grita a todo pulmón que la peor opinión es el silencio.